viernes, 25 de marzo de 2011

abajo

A mi alrededor leo muerte. No la muerte dulce de los libros, no la apasionada de los versos. Muerte de la otra. De la de fusilamiento. De la de bombardeo. De la que no es cobijada. De la de guadaña. De la que no deja más que vacío. Mucho peor el vacío que el dolor.
Si miro más, veo injusticia. Injusto por aquí, injusto por allá. De la más grande injusticia a la más pequeña. Esa última, por cotidiana casi me vacía más.

Siento una profunda y recíproca incomprensión. Yo no entiendo y ellos no me entienden.

Y así es imposibe. Imposible.
Y ahora enfado: desde luego, escribir para decir esto...