jueves, 30 de julio de 2009

hay

hay almas abiertas, la mía, que no sabe bien, pero quiere saber
hay cartas de amor a otras, ajenas y tan mías
hay caricias que no recibo pero veo y esas también son mías
hay quien sabe contentarse con el gozo en otra piel y yo soy el quien

pienso, tan pequeña, tan mujer, tan valiente, tan futuro, tan mañana, tan hoy

vino

vino en las noches de invierno
vino para los espíritus inquietos
vino con brindis de amistad y amor
vino para quedarse y vino para partir
en cada lindo momento, vino

lunes, 27 de julio de 2009

lo mejor...

definitiva, conclusiva, decisiva y resolutivamente, lo mejor que una puede tener en esta vida son amigas.
Por cierto, esto se aplica sobre todo si son como las que yo tengo.
Y uso el las por su rotunda mayoría (no excluyente).

Mientras ellas me enseñan a sonreir más y mejor, yo aprendo a hacer origamis y a andar a saltitos por esta difícil pero hermosa vida.

Y para una de las anteriormente citadas, este video que es ella.
http://www.youtube.com/watch?v=rQi8wEHMm5Y

jueves, 23 de julio de 2009

...

hay gente que cree que gana todas las partidas,
lo que no sabe es que en la vida pierde.

giratorio y reversible

Así es este mundo para mí.

La cabeza tiene sus trampas, sus laberintos y sus mágicas soluciones.
Hoy volví al Cerro, después de casi tres años volví, saltándome la advertencia de que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.
Crucé de nuevo el puente que separa los mundos. Esperé encontrar caras conocidas en lugares conocidos. Sólo encontré lo segundo. Una pretende que el mundo pare cuando ya no habitas los lugares, pero él, terco e inminente, sigue. Entre las calles de barro y matorrales, entre muros pintados de colores y amor estaba mi pequeño. Aquel niño enfadado con la vida, de mirada tierna y sonrisa irresistible. Aquel que enojado contenía sus lágrimas. Aquel al que perseguí decenas de veces para tratar de arrancarle palabras y la hostil bronca que a veces no deja respirar a estos niños.

En mi ayer aquel niño cabía entre mis brazos. Mi cuerpo era aún capaz de contenerle.
Hoy yo buscaba desesperada alguna cara de aquel tiempo. Apareció él. Le señalé y me acerqué sonriendo. Sentí que mi corazón se expandía en mi pecho ensanchado. Le hablé. Me saca cerca de una cabeza. De repente me vio, además de mirarme, me vio. Y en el adolescente, pequeño proyecto de futuro hombre, descubrí en un instante su mirada más tierna, la del niño. Mi nombre en su boca me sonó a beso. Me habló, como entonces, algo vergonzoso y una pizca desconfiado. Yo le pedí un abrazo y volvimos a juntar nuestros cuerpos, hoy desiguales a su favor. Su sonrisa me pobló. Le dije desde mi rincón más sincero cuánto me alegraba de verle, tan grande, tan lindo. Él me respondió que también se alegraba de verme, que por un momento no me había reconocido, pero después sí.
Curiosamente, hacía dos días, por casualidad, su cara apareció en una foto. Aquella famosa foto que retrató su linda alma. Desde entonces andaba yo tratando de recordar su nombre. Mi cabeza torpe no lo lograba. Vaya a usted a saber por qué oscuros mecanismos del inconsciente ese nombre se me resistía. Sabiendo que lo sabía. Hoy le vi y se hizo de facto el aviso de la foto. Ahora era cuestión de vida recordarlo. Mientras que estuve con él no pude. Pero la idea ya no me abandonó. En el omnibus de vuelta, mientras hacía la compra, en la comida, cuando miraba una película. Y de repente vino. Lo recordé y pude respirar, volví a ser su profe. Porque mi cabeza me devolvió el nombre de un niño que hoy es adolescente y que lo llena todo de sentido.
Se llama Andrés.

Cinco minutos que significan vida, que resitúan lo importante.

lunes, 20 de julio de 2009

Juan Manuel

es una de las cosas más bellas que he descubierto en mi viaje. Competía con grandes montañas, caminos infinitos, gentes de colores, ríos, valles... pero él ganó.

Un día de sol, en las ruinas de una antigua civilización, a orillas del pueblo argentino de Tilcara, allá estaba él. Le vi y le pregunté si era chofer. Me respondió que era chofer de colectivos, mientras emitía ruidos onomatopéyicos de lo más descriptivos. Iba agarrado a su volante. Le pregunté si me podía llevar, me dijo que el viaje salía tres pesos. Se los pagué y subí. Arrancamos.

Al rato volvió y me dijo que unos malvados le habían chocado el colectivo y que ahora no podía trabajar. Le dije que justamente yo tenía algunas nociones de mecánica aplicada a colectivos imaginarios (lo de imaginarios no se lo dije porque temí que no se fiara de mí). Atamos el omnibus a la grua y lo remolcamos hasta el costado de nuestro fiat uno, apodado Piturro. Abrí el maletero de Piturro y saqué de él un maletín negro. Fui con Juan Manuel hasta la parte delantera del colectivo, abrimos el capó. Con lo que teníamos en nuestro maletín hicimos algunos reajustes. Un poco de alcohol, agua oxigenada, alguna tirita, un poco de algodón. Le pedí a Juan Manuel que probara el arranque. Lo hizo y la máquina rugió como nunca. Me miró sonriendo y me dijo ¡¡funciona!! Yo le devolví la sonrisa. Arrancó y se fue raudo y veloz.

Juan Manuel tiene 4 años.
A mí me hubiera gustado ir en su colectivo hasta donde su imaginación me llevara.

allá

4000 kilómetros después acumulé, como me recomendaron, imágenes en la retina y en la piel. Descubrí sobre el mundo y sobre mí. Es hermoso viajar, casi se me había olvidado. Y es así porque te lleva a lugares nuevos, geográficos y mentales. Y en el regreso, cansada pero inmensa, comienza un nuevo viaje, renovado cada mañana y de nuevo y siempre, los libros, las palabras, el cielo siempre allá arriba, las amistades y sus brindis, los pactos de amor, las carreteras, las esperanzas, los sueños que me resisto a deshechar, la vida, siempre la vida.

viernes, 10 de julio de 2009

a punto de partir

El omnibus sale en unas cuantas horas.
Repaso lo que debo meter en la maleta. Repaso lo que me voy a olvidar porque así ha de ser.
Pienso en las rutas sin fin. Un viaje que comienza a un lugar desconocido y que sin embargo es el comienzo de un regreso.
El miedo, el dolor, las alegrías, mis pocas y maltrechas certezas, algunos libros, todo va conmigo. Y mis ojos, queriendo ver.

de cronopios iba la cosa...

- ¿Vos sabés lo que es el órdago?
- Creo que viene del mus. Es un envite o algo así. Y el mus es como el truco, pero en gallego.
- Fijate vos. Yo lo tuve que buscar en el diccionario, el Casares, claro, porque mi tía Celina decía que el órdago era una lechuga o algo así. Creo que ella tenía razón. Fijate vos qué bien queda una ensalada de órdago y tomate, por ejemplo.

Conversación entre Cristina Peri-Rossi y Julio Cortázar.

Peri-Rossi, Cristina. Julio Cortázar.
Ediciones Omega. Barcelona, 2001.

chau

Tú miras hacia delante. Yo te miro mirar. La foto dice eso, como una verdad.
Así quedamos congeladas, mientras recorro uno a uno los antes y sus promesas.

El camino me dice -sigue- y yo terca y temblorosa tardo un sin fin de segundos en dar mi primer paso. Porque yo sé que no tiene piedad ese camino. Sus viajeros nunca vuelven atrás.

Y digo adiós y ahí termina el cuento. Fuiste hermosa. Chau.

domingo, 5 de julio de 2009

llegó...

simplemente llegó,
y con ella la tierra, el olor, la alegría
llegó el abrazo, el beso, llegó el calor
pobló mi cuerpo, mi sonrisa
llegó la memoria, la raíz,
mi fotografía quieta ya no lo está más

llegó mi gente escondida en su maleta,
llegaron cien mil motivos
llegó, llegó y llegó

viernes, 3 de julio de 2009

cierro

termino este libro que tanto me ha gustado
y comienzo a leer este otro que me recomendaron
quizá mañana, me anime a escribir uno

jueves, 2 de julio de 2009

miércoles, 1 de julio de 2009

brazadas

Miro hacia arriba. No la veo, pero la intuyo. Me han convencido de que ahí está. Mis pies, recién despegados del fondo comienzan a agitarse, primero tímidos. Mis brazos, extendidos junto a mi cuerpo, quieren elevarse y empujar hacia abajo, están dispuestos a comenzar a bracear.
Busco una bocanada de aire. Y volver a creer, terca, otra vez.