el espacio que recorro entre mi altura y la del suelo es el dulce camino de la satisfacción... es saberme afortunada.
Y cuando pienso en si soy una chica con suerte por encontrarme un botón, siempre me respondo que no. Soy la leve persona que ve el botón. Soy a quien alguna vez le enseñaron que un botón ahí, sin ejercer de botón, es importante e imprescindible. Y es que un objeto bello despojado de su única función es más bello aún.
Cuando encuentro un botón me siento bien. No sé por qué. Él me salva, yo lo salvo y empezamos a andar juntos.
A veces los reparto y eso es como empezar a existir en el bolsillo de alguién. Como si regalara un trozo de mí.
Hoy encontré uno. Negro, cuatro agujeros, menudito, el camino directo a mi sonrisa.
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