viernes, 19 de marzo de 2010

Cósimo y una leona rampante

a mí, a veces, me gustaría ser como Cósimo. Subir a los árboles y quedarme entre ellos para siempre. Pero no porque me gusten especialmente, sino porque signficará que he logrado hacer de mi vida lo que yo quería. Que importa más mi mercado, que las leyes del mercado. Significará que he creído en mí, tan profundamente que seré capaz de sentir la lluvia sobre mi cara y sobre un árbol, como ingrediente de mi decisión y no como verdugos ajenos.
Y sobre todo me gustaría amar a Viola, mucho mucho,tanto, tanto, mucho más que tanto. Un amor por encima de todo, hasta por encima de los árboles.



Leona Rampante.
Natalia Mardero

Soy la leona rampante. Soy la que cruza a caballo infinitos dominios para encontrarte. La que sufre por amor. Soy la que blandea su espada contra quienes pronuncian tu nombre en vano. Soy la que envía flores y escribe poemas, la que se desvela recordando los ojos que anidan en el interior de mi brillante y dudosa armadura. Soy la que espera debajo de la lluvia. Pertenezco a la Orden de los que saben que el tiempo se agota, que este no puede perderse con rodeos en los bosques que circundan tu castillo. Soy la que hace el papel de amable bufón para robar tus sonrisas. La que dibuja en su vieja libreta mil versiones de tu noble perfil. Soy la dama que lava tus heridas. Soy la que encabeza valerosa sangrientas batallas, en una cruzada del instinto. Soy la que reparte monedas para conseguir noticias tuyas. No soy la pasiva princesa en la torre, esperando sin esperanzas la llegada de su guerrero. Como quizás hayas visto en las ferias y plazas, los trovadores hablan de mí; cuentan cómo me convertí en tu incondicional caballera. La que te busca por caminos encantados y apestados de ladrones. Quizás ya sepas, que eres el hechizo que Merlín no pudo extirparme.


Textos inspirados en El Barón Rampante de Italo Calvino.

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