sábado, 26 de diciembre de 2009

Sin título

Cuando viajas se puede producir la magia. Miro mis pies y pienso en la tierra y los kilómetros. Me convierto por carreteras desconocidas en todo lo que quiero ser. Observo atenta, me fascino, hablo, callo, trato de aprender. Veo paisajes que hasta entonces no existían. En un preciso instante le encuentro sentido a casi todas mis vidas. Soy magia por un tiempo. Mi trabajo es recorrer.

Luego vuelves. A veces con las ganas de tu cama y tu rostro en tu propio espejo.
Siempre tengo unos días de tristeza después de cada viaje. Es más, a la mañana siguiente, después de la primera noche en casa (sea lo que sea eso) siento un terrible vacío. El mismo vacío que sienten los niños después de un domingo de muchas actividades, cuando llega la hora de los deberes, la ducha, la cena y la odiada y amada escuela al día siguiente. Creo que es miedo a que no vuelva a suceder, a pesar de que de grande, dicen, todo depende de tí.

Y hablando de tristeza, libro en estos días, una batalla ya habitúal para mí. Yo contra los kilómetros. Ellos se empeñan en querer hacerme ver la realidad. Que cada uno mide mil metros y que cuando ascienden a 9.953, los miles de metros son una cantidad a tener en cuenta. Sin embargo cada día yo desafío estos números. Me empeño en estar y pertenecer. En los dos extremos de los nueve mil.
Y sucede la explosión de sentimientos, anhelante por no estar, queriendo fuertemente cebar un mate para unos cuantos pedazos de mi vida, y feliz de ver cada día a mis perteneceres de acá y el pobre corazón no sabe si reir o llorar, si decidir o simplemente esperar.

A veces pienso que simplemente estoy en un paréntesis. Y fíjense lo que una vez leí sobre los paréntesis:

Lo mejor, lo más gustoso es lo que se dice entre paréntesis. Allí están las pequeñas confesiones, las afirmaciones
no oficiales de literatos y autores, las dudas que corrompen las teorías y permiten superarlas, la poesía dejada
caer en el ensayo árido, el guiño humano de ojos hecho al lector. Fuera y dentro del texto trabajan los paréntesis,
ese es su lugar privilegiado.

Constanza Farfalla
(de la revista Paréntesis)

Y ya no digo más nada, por si acaso.

1 comentario:

Semana Ando dijo...

Ahí andamos, con esa permanente necesidad de entender dónde estamos, a dónde vamos y qué será de nosotras...jeje

Momento de lucidez en tregua, tranquila dentro de esa planta de mi hotel, la de la habitación con vistas al avismo... Ahí está ella, la doscientos algo... y que ahí siga, yo demomento, estoy en otras cosas...

Besicos...

;)