No es fácil volver... aunque me gusta escribir. Por eso lo haré de a poquito.
Hoy diré:
saldadas quedaron las cuentas de cañas, sushi y vino dulce.
Madrid es hermoso y forma parte de mí, soy su hija a la que las fronteras le aprietan y debe ignorarlas, de ahí mi lejano destino.
Mis amigas del alma lo siguen siendo y así será por los siglos de los siglos.
Las extraño.
Soy coopropietaria de un coche heredado, junto con mi hermano lindo, lo cual me hace muy feliz, aunque me haría más feliz que el coche estuviera en Montevideo, pero eso es un detalle menor. No obstante sé que él, el gran Albertovsky, rey de la selva (entre otros lugares) lo cuidará y protegerá para que deje de gritar como un cochino jabalí.
El Cabo Polaco-Polonio me abrazó. Como dijera la gran Kramercita, primero te absorbe, luego te escupe.
Estoy en la fase escupida, que me trajo de vuelta a tareas montevideanas que me cuesta retomar.
Entre esas tareas está la nada desdeñable labor del darse cuenta, ¿de qué? pues de que estuve allí, abracé, me abrazaron y volví. ¿Parece fácil, no? pues nada fácil. Una vuelve cuando le da la gana y a este cuerpecito le ha dado la gana de volver 17 días después de que el avión aterrizara en el aeropuerto internacional de carrasco... vaya cosas... ya me explicaron, el tiempo no existe, medida irreal creada por locos pretenciosos que trataban de abarcar lo que no se puede... y luego quieren que entendamos, no hay nada que hacer, más que deshacer.
Crónica desordenada de persona desordenada. De a poquito Cristi, de a poquito.
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