Yo tengo una casa, no es mía pero sí.
Cuando llegué estaba vacía, llena de lindos recuerdos de otros.
Me dieron dos juegos de llaves. Al poco tiempo uno se perdió.
Hice otro juego de llaves. Eran dos. Yo tenía uno y el otro no lo tenía yo. Hice otro. Eran tres. Eramos tres los juegos. Uno yo. Otro ella. Otro la casa. Y entonces el tercero necesitó ser usado. Eramos tres juegos por la vida. Uno yo, otro ella, otro ella. Y todos abríamos y cerrábamos. Entrábamos y salíamos. Llorábamos y reíamos. Y las llaves eran la vida. Y yo sólo tenía uno de tres y esa proporción era hermosa. ¿Y dónde están las llaves? ¿Quién vio mis llaves? Yo las vi, encima de la mesa. No esas son las mías. Ah, entonces no sé.
Y entonces las llaves quisieron regresar.
Y ahora tengo tres de tres. Una proporción triste.
Curiosamente las llaves y los cepillos de dientes recorren parecidos caminos de ida y luisa, perdón, quise decir vuelta.
1 comentario:
mi casa tiene tres llaves,
tres llaves tiene mi casa,
si no tuviera tres llaves,
ya no sería mi casa...
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