en algún lugar de la República Oriental del Uruguay me contaron que aquel señor misterioso, de pocas palabras, era un experto en horizontes. Se había pasado mirándolos desde los 15 años y ahora era dueño de 43 más. A partir de ese momento yo comencé a mirarle a él mienras él miraba allá donde se pierde el nombre de las cosas. Y quise ver lo que él veía. Pronto descubrí que eso era imposible. Para eso hay que ser muy sabio, muy mayor y muy calmo. Me queda mucho por andar y por mirar.
Pensé también que el horizonteador nunca será miope.
1 comentario:
Que gusto me da leerte... al hacerlo, me voy a algún lugar trnauilo y profundo, allí me quedo un rato, hasta que regreso, y entonces siempre pienso... Que mujer tan bonita, no?
Un besico.
Edurne
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