4000 kilómetros después acumulé, como me recomendaron, imágenes en la retina y en la piel. Descubrí sobre el mundo y sobre mí. Es hermoso viajar, casi se me había olvidado. Y es así porque te lleva a lugares nuevos, geográficos y mentales. Y en el regreso, cansada pero inmensa, comienza un nuevo viaje, renovado cada mañana y de nuevo y siempre, los libros, las palabras, el cielo siempre allá arriba, las amistades y sus brindis, los pactos de amor, las carreteras, las esperanzas, los sueños que me resisto a deshechar, la vida, siempre la vida.
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