los abrazos que quieren darse y no pueden... cuando se vencen las fronteras, las físicas y las otras, las del bien y del mal, el cuerpo, terco, insiste en querer lo que no puede. Reitera su voluntad. Encontrar la Luz. El lugar conocido donde se va a descansar.
Yo sé por qué. Porque aunque los kilómetros digan lo contrario, ellos, los abrazos, siguen teniendo dueños y dueñas. Existen más allá de su propio acto físico. Y yo, que a fuerza del deber he aprendido a dar abrazos con la mente, te doy éste, el más calentito, el más sincero.
Mientras suena un bolero.
1 comentario:
bonito lo que escribes, Pelo
¿cerramos nuestro ex-fotolog? Internet está lleno de cadáveres cibernéticos. Y eso me agobia, igual que me agobia, de un tiempo a esta parte, que mi mesa esté desordenada.
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